DUELO POR UNO DE LOS NUESTROS
Hoy a todos los luchadores y supervivientes se
nos encoge una vez mas el corazón, pues hemos perdido a otro de los nuestros o
quizá a más pero sus nombres no tenía tanta relevancia mediática, aunque eso no
resta dolor.
Sentimos esperanza cuando oímos hablar de
nuevas terapias, nuevos avances químicos,
Pero sucesos así son un látigo desgarrador
para nuestras almas.
Sentimos gran pena pero por encima de todo un
miedo sobrecogedor, y nos preguntamos lo inevitable ¿ realmente estamos a
salvo? Hemos vencido ¿, o solo es una tregua para volvernos confiados?.
La medicina esta ciega, caemos como moscas, y
se lamentan.
Creo que es la enfermedad más antigua de la
historia y la que menos se trata.
Porque no existe un día dedicada a ella,
porque dicen que son vagos cuando son auténticos muertos vivientes.?
Hoy hablo desde la rabia mas profunda, desde
el temor más recóndito de mi alma y mentiría si no confesara que estoy
asustada.
Somos victimas de nuestra propia mente y
muchos acaban siendo verdugos de su propia vida.
Cuando empieza lo hace con disimulo, se
esconde tras la idea de una mala racha, luego se acentúa y nos hace pensar
porque me pasa esto a mí, tantas desgracias juntas y sigue cuando estamos ya seguros de que no servimos para nada.
Tras él porque nos da su respuesta más letal: todo es culpa tuya.
Así es como ya somos suyos. El sentimiento de
culpa es el detonante para entrar en la rueda de la desesperación, la rabia se
convierte en pena, las esperanzas en continuas frustraciones, y ya estamos
malditos, todo lo que tocamos o queremos sufre o se estropea, es lógico es
nuestra culpa.
Nos hundimos cada día mas en una pesadilla
mientras nuestra alma grita y se revela llena de dolor pero no vemos esa
pequeña luz que intenta iluminarnos.
El cansancio nos puede, todo pesa demasiado, y
nos dejamos llevar al más profundo abismo. Y allí permanecemos durante días,
meses, incluso años hasta que ya no hay mas que pensar, porque simplemente no
podemos, nuestros propios pensamientos nos han sido arrebatados.
Y es en ese momento cuando nuestro juez
interior nos condena a la máxima pena: la muerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario