El
reconocimiento de las Profundas Raíces de la Drogodependencia”
La drogodependencia fue definida por la OMS
como un síndrome manifestado por un patrón conductual donde el uso de una
sustancia tiene más prioridad que otras conductas, lo cual lleva a establecer
este trastorno como un impulso repetido a
comprometerse en conductas poco productivas, una tensión creciente hasta
que se realiza la conducta, y desaparición rápida de la tensión al realizarla.
La drogodependencia modifica a la persona que
es víctima de este mal, se transforma, sufre y su vida se deteriora en todos
los ámbitos.
El desarrollo filogenético y ontogenético del
hombre ocupa un lugar importante en la explicación científica de las
adicciones, unido al importante papel social y familiar.
Confirmando lo anterior citamos a Cervera G, Haroa G,
Martínez-Ragab J, Bolinchesc, Valderramad J. C (2001),
quienes afirman que el hombre tiene unos períodos experimentales importantes en
la formación de su cerebro emocional. Llamadolos ventanas plásticas. La
adolescencia es uno de ellos, en el que se produce una profunda remodelación de
la corteza cerebral con una pérdida de neuronas y un aumento de tamaño de las
que quedan, además de la mielinización de las mismas. A esto hay que sumar la
carga genética, ambiental, o sea refiriéndose a los factores externos, así como importantes cambios hormonales que
explican, en buena medida, lo crítico de esa época en la conducta emocional
humana. Además hay un componente muy acusado en los jóvenes, y que tiene su base en la emoción, y es la
curiosidad. El ingrediente «curioso» de la emoción posiblemente nació con
los mamíferos, y llegó a su máxima
expresión en los primates y sobre todo
en el hombre. En éste, es en la época puberal donde mayor expresión tiene esta
curiosidad, que comenzó hace más de cien millones de años con los primeros
mamíferos y que en el día de hoy incrementa el riesgo de conductas adictivas,
en este primate evolucionado que es el
hombre.
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